21 - 06 - 2018

El mundo enfrenta la peor crisis mundial de refugiados de la historia


En el portal web de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) reciben a los visitantes con este aviso: “En menos tiempo del que tardamos en leer estas líneas, en algún lugar del mundo, una persona se ha convertido en refugiado”. En efecto, por tres años consecutivos, 2015, 2016 y 2017, el Día Mundial del Refugiado batió récord de desplazamientos en el mundo. Esos tres años concentraron la mayor crisis de desplazados desde la II Guerra Mundial.

Hoy en día se habla de una cifra sin precedentes: 68,5 millones de personas en todo el mundo se han visto obligadas a huir de sus hogares. De los casi 22,5 millones de refugiados, más de la mitad son menores de 18 años.

Los refugiados, en su mayoría, son víctimas de guerras y conflictos armados, los que han sido amenazados por su religión, su forma de pensar, o por su orientación sexual. Mujeres que huyen de la mutilación genital, de violaciones y abusos sexuales. Muchas han perdido a sus hijos o no tienen nada para darles de comer. Niños soldados forzados a tomar las armas, víctimas de traficantes, esclavos sexuales o niñas envueltas en matrimonios forzosos.

Los refugiados son personas que huyen del conflicto y la persecución. Su condición y su protección están definidas por el derecho internacional, y no deben ser expulsadas o devueltas a situaciones en las que sus vidas y sus libertades corran riesgo. En ese sentido, el Derecho Internacional ha desarrollado criterios y principios de protección para estas personas, uno de los criterios más importantes es el principio de No Devolución, el cual establece la prohibición de retorno al país de origen o el país de residencia siempre y cuando existiesen fundados motivos de persecución que pondrían en grave peligro la vida e integridad de la persona, en ese principio también se contempla la prohibición de las deportaciones masivas.

En solidaridad con África, continente que alberga a la mayoría de los refugiados del mundo, la Asamblea General de las Naciones Unidas, adoptó la resolución 55/76 el 4 de diciembre de 2000, con la que declaró el 20 de junio Día Mundial del Refugiado.

António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, cree que, en el Día Mundial de los Refugiados, todos los países deben reflexionar sobre lo que pueden hacer para ayudar, y sugiere que la respuesta comience con la unidad y la solidaridad. Al diplomático, y ex alto comisionado de la ONU para los Refugiados, le preocupa profundamente que cada vez haya más refugiados desprovistos de la protección que necesitan y a la que tienen derecho.

“Debemos restablecer la integridad del régimen internacional de protección de los refugiados. En el mundo actual, ninguna comunidad o país que ofrezca refugio seguro a las personas que huyen de la guerra o la persecución debería encontrarse solo y sin apoyo. Si no estamos unidos, fracasaremos”, dijo a propósito del día mundial.

En Latinoamérica, el fenómeno más conocido de migración forzada ha sido el generado por el conflicto armado en Colombia. Las víctimas del conflicto en el vecino país obligaron a cientos de miles de colombianos a desplazarse. Otros conflictos armados, como el de Nicaragua o las guerras civiles en Guatemala y El Salvador, también generaron importantes flujos migratorios.

Venezuela, en cambio, siempre fue un país de acogida. Recibió por años a migrantes provenientes de diferentes partes del mundo. Naciones Unidas, en su reporte anual sobre migración internacional, refirió que los extranjeros comprendían el 5 % de la población venezolana; mientras que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) consideró a Venezuela el segundo país receptor de migrantes latinoamericanos en Suramérica, superado solo por Argentina.

Venezuela, en efecto, se convirtió en la segunda patria de ciudadanos europeos (principalmente de España, Italia, y Portugal), suramericanos (de países como Colombia, Perú, Ecuador, así como refugiados argentinos, uruguayos y chilenos), y de ciudadanos de países asiáticos.

Y gracias a la bonanza económica, que privó en un tiempo, pocos venezolanos se fueron del país de manera permanente. Muchos salieron para hacer estudios de especialización, pero regresaron.

El panorama, sin embargo, cambió drásticamente. De país de acogida, Venezuela pasó en, relativamente poco tiempo, a ser un país de migrantes. Datos del Banco Mundial, referidos en el artículo Los nuevos refugiados de las Américas: la otra crisis venezolana, publicado en la revista SIC, (octubre 2017), indican que para 2015 se calculaba que habían salido 655.000 migrantes venezolanos, mientras que investigaciones de universidades venezolanas indicaron 800.000 para el mismo año.

De acuerdo con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), para finales de 2012, la cifra de solicitantes de asilo de Venezuela era de 505, pasó a 1.153 en 2013, 4.820 en 2014, 15.094 para finales de 2015. Y en el boletín más reciente publicado por el Acnur sobre la situación de Venezuela, el Alto Comisionado indicó que el número de venezolanos solicitantes de refugio se ha incrementado, y que el total del período 2014-2017 se ubica en 80.000 personas. Los principales países receptores de estas solicitudes son: Estados Unidos, Brasil, España, Perú, y Costa Rica.

En el estado brasileño de Roraima (fronterizo con Venezuela), la policía federal registra la llegada de 150 venezolanos por día. Unos 300.000 venezolanos residen en Colombia y al menos 650.000 se han registrado para obtener una “tarjeta de movilidad fronteriza” que les permite entrar a Colombia para hacer compras de productos básicos.

António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, asegura que el mundo enfrenta la peor crisis mundial de refugiados de la historia. Una crisis que deja números abrumadores, y una incalculable miseria.

Por esa razón, este año se presentará a la Asamblea General de las Naciones Unidas un Pacto Mundial sobre los Refugiados, en el que se espera sean reconocidas las contribuciones de los refugiados a las sociedades que los acogen.

“En el Día Mundial de los Refugiados, les pido que se acuerden de esas personas. Sus vidas están marcadas por la resiliencia, la perseverancia y el coraje. Las nuestras deben estarlo por la solidaridad, la compasión y la acción”.